Mi hermano y la no-dualidad, por Dora Gil

 

 

Interesante artículo, que nos lleva al significado del  Corazón y su sentir en Presencia de nuestro hermano.

 

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Adelanto algunas frases que me parecen relevantes:

-Vivir este instante desde la profundidad, sentir mi unidad con la Vida, requiere algo que tiendo a pasarme por alto: la relación que sostengo contigo. Te llamaré mi hermano. En tu presencia se abre la puerta y la verdadera posibilidad de que eso que anhelamos, vivir en el presente, sea auténtico.

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Tu sufrimiento me toca: no estamos separados. Decirme que «eso es tu asunto» y alejarme no me deja en paz. Y no porque yo tenga que ocuparme del malestar que sientes (esa es tu responsabilidad, al darse en tu experiencia), sino porque quizás con esta actitud intento evitar el mío, congelándome en presencia de tus expresiones, que me incomodan.

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-Si, por ejemplo, siento pesadez, culpa, angustia, cansancio… ante tu posible actitud de queja, estas emociones me están pidiendo atención y ahora mismo, son realmente mi asunto, pues surgen en la intimidad de mi experiencia. Pero no me detengo a observarlas y puede ser que, eludiendo mi sentir, mi pensamiento se proyecte fuera y se pronuncie sobre ti, juzgándote.

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– Tus expresiones, al surgir en mi consciencia, generan experiencias vivas que buscan ser asumidas por mí. Sólo desde esa aceptación pueden emerger, si fuera necesario, las acciones conscientes e inspiradas que la situación evoca. Actuar para contribuir al equilibrio de mi mundo, puede ser una opción natural cuando surge de esa consciencia de unidad que no se pasa nada por alto. Se mueve de dentro hacia afuera, abrazando cada aspecto de la experiencia.

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¿Cómo se hace esto?

 

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-Relacionarnos con las formas (objetos, personas, emociones, pensamientos…) no es, en sí, algo erróneo, ya que cada una es una expresión de la profundidad, tan sagrada como ella, henchida de su misma vida. Cada ola es una modulación del océano del que surge. Nuestros cuerpos no son algo a evitar o eliminar de nuestro foco de atención. No, no es por ahí.

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-Estás siendo el detonante de todo un arsenal de vivencias que me tocan directamente y a las que, distraída con mi historia sobre ti, he dejado de atender. Y es tan rico, tan directo… Sin ti, sería imposible acceder a todo ello, conocerlo, sentirlo, permitirlo, abrazarlo… La vida me invita, a través de tus expresiones, a moverme hacia el Corazón.

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– ¡Cuántas veces he querido lanzarme ciegamente a arreglar el mundo llamado «externo», pasándome por alto el estado de este, mi espacio interno, más inmediato e íntimo, que seguramente necesitaba presencia y atención! Resultado: mi supuesta ayuda no podía actuar en profundidad, pues surgía de la separación

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-No, la ayuda verdadera surge del Corazón, que no se siente separado de nada de lo que acontece y que sabe que todo lo que le conmueve está tocando ciertas fibras que han de ser abrazadas, en primer lugar, donde se experimentan, en la intimidad de la experiencia. Quizás entonces descubramos que lo que veíamos ahí fuera era el reflejo de ciertas heridas que requerían un acercamiento prioritario, por estar presentándose en nuestra experiencia directa. Sólo entonces, estamos libres para comprender con lucidez a través de qué acciones o no-acciones quiere la vida expresarse en mí abrazando eso que llamamos mundo externo.

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